miércoles, 20 de noviembre de 2013

COSTA CENTRAL: Grandes puertos, pequeñas caletas y el Pacífico inmenso

Poco más de una hora en automóvil tardarás desde las paredes andinas de Santiago para experimentar la hegemonía del Pacífico. Modernas carreteras te llevarán rápidamente al aire salino y puro de la costa, mientras aparecen las principales ciudades de esta latitud, unidas en un gran eje urbano: el puerto de Valparaíso, un laberinto de casas empotradas en decenas de cerros con vista al mar, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco por su importancia arquitectónica y cultural, y Viña del Mar, con modernos edificios, cuidadas playas y hogar del mayor festival de la canción hispanoamericano.

La característica de esta zona marítima es que mezcla asentamientos de más de un millón de habitantes con encantadoras caletas de pescadores y pequeños poblados que vuelven a la vida cada año cuando miles de personas los adoptan como residencias de verano. En Reñaca, Concón, Maitencillo y Zapallar, al norte de Valparaíso, podrás encontrar paz, playas para nadar o tomar el sol, y típicos restaurantes con deliciosos platos en base a mariscos y pescados.


En tanto, hacia el suroeste desde Santiago, el viaje se te tornará una sorpresa: Algarrobo e Isla Negra, hogar de la principal casa-museo del poeta Pablo Neruda, destacan en la franja llamada Litoral Central. Varios kilómetros más al sur del puerto de San Antonio, el segundo más importante de Chile, la geografía costera es más accidentada, separando a los pueblos y dándoles características más radicales. Matanzas es el gran punto para el windsurf por sus permanentes vientos, mientras que Pichilemu y su mítica Punta de Lobos es el principal referente del surf en Chile.


EN AUTOMÓVIL
En automóvil a Valparaíso y Viña del Mar hay que tomar la ruta 68 ubicada el oeste de Santiago y que empalma con la Alameda o con la circunvalación Américo Vespucio. El tramo demora promedio 90 minutos. Hacia la zona de Isla Negra y Algarrobo hay que desplazarse hacia el oeste por la autopista Del Sol, la duración del trayecto es de 90 minutos.






Viña del Mar tiene un poco más de un siglo de vida –fue fundada en 1874– y en este corto tiempo se ha convertido en un destino ineludible del turismo chileno. Ubicada inmediatamente al norte de Valparaíso, la "Ciudad Jardín", como es conocida, te ofrece un abanico de posibilidades durante todo el año: playas aptas para baño y deportes náuticos, hoteles para cada bolsillo, gastronomía basada en frutos del mar, edificios patrimoniales y el mayor festival de la canción hispanoamericano.

Con una infraestructura urbana acondicionada para el gran flujo de viajeros que llega cada verano, Viña puede ser recorrida desde la Plaza Vergara, ubicada en la Av. Valparaíso a 200 metros al oeste del terminal de buses. Es el punto de partida al "centro" de la ciudad compuesto por esta arteria y por la Av. Libertad, que se extiende hacia el norte cruzando el estero Marga Marga.

Si vas por primera vez debes conocer el casino de juegos, uno de los más tradicionales de Chile, ubicado al inicio de la Av. Perú, costanera peatonal que lleva a una de las playas más famosas de la ciudad, Acapulco, rodeada de enormes edificios y con los restos del Muelle Vergara y sus vetustas grúas. Si quieres buenas olas y gente "in" debes llegar a la playa de Reñaca, a pocos kilómetros al norte, con muchos lugares para comer y comprar.

Otros lugares notables son el Reloj de Flores, postal obligada frente a Caleta Abarca, y la Quinta Vergara, antigua mansión de la familia fundadora de la ciudad, convertida en el estupendo museo de Bellas Artes (calle Errázuriz con Eduardo Grove) y vecina del escenario al aire libre que alberga al festival de la canción. ¿Más? El museo Fonck, el jardín Botánico y el Sporting Club (visítalo el día del Derby, en el verano), o sólo déjate seducir por el Pacífico y su oleaje sin fin.





Valparaíso puede usar todas estas definiciones que arman, en lo posible, una ciudad poco calificable. Este puerto, el más importante de Chile, con orígenes que datan desde 1536, es un lugar para experimentar.

No hay una versión oficial del número de cerros que rodean a la bahía de Valparaíso; se dice que 42. Desde cada uno de ellos se descuelgan casas de colores diferentes que conforman un laberinto gigante de callejuelas, largas escalinatas y miradores. Cerros y mar son los límites naturales de Valparaíso, mientras que en su casco urbano puedes apreciar bellos conjuntos arquitectónicos, estrechas calles y algunos trolebuses.

Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco el año 2003, su geografía se ha poblado desde ese entonces de nuevos hoteles, restaurantes y librerías que han renovado su carácter clásico. Aun así, perdura la cultura portuaria, principal sustento histórico de "Pancho" -como cariñosamente le dicen a esta ciudad-, que es visible especialmente en el barrio puerto. No hay que irse de la ciudad sin subir a alguno de los ascensores patrimoniales al aire libre que aún existen o dar una vuelta a la bahía en alguna lancha del puerto. Tampoco puedes dejar de probar la chorrillana –papas, cebolla, huevo y carne frita– o salir de fiesta en la subida Ecuador.

Hay eventos importantes como los Carnavales Culturales, una fiesta ciudadana y cultural, o el Año Nuevo en el Mar, fiesta del 31 de diciembre que corona el fin del año con fuegos artificiales durante 30 gloriosos minutos.





Playas de Reñaca y Concón:

La zona más al norte de Viña del Mar tiene vida propia y poblados que ya son parte de la tradición costera de la región de Valparaíso. Reñaca, a 7 km de la "Ciudad Jardín", es el punto más de moda cada verano dentro de las playas de esta zona. Gente joven y linda, muchas actividades al aire libre, decenas de buenos restaurantes y una noche siempre bien agitada, acompañan a un océano propicio para deportes náuticos como el surf.

En la época estival es común ver decenas de anunciantes regalando productos por las calles o en las mismas arenas donde toman sol los visitantes. Hay centros de compras, cajeros automáticos, casas de cambio y restaurantes con opciones para todos los presupuestos. El resto de la temporada el lugar es ideal para el descanso, con poca gente y la playa libre.

Viajando al norte hacia Concón por la Av. Borgoño, encontrarás las dunas de Concón, ecosistema de arenas único en el sector y declarado Santuario de la Naturaleza. Luego surge playa Lilenes, Las Bahamas y Amarilla, con buenos sectores para el baño. 

Concón está a 17 km al norte de Viña del Mar y es afamada por los múltiples restaurantes de pescados y mariscos. Una larga playa de arenas plomizas es la antesala de la desembocadura del río Aconcagua y de un humedal con 70 especies entre residentes y migratorias que cada primavera y verano llegan en miles de ejemplares, generando un gran espectáculo.




Isla NegraLas sorpresas de Neruda

Las olas incesantes que golpean un roquerío negro imantaron al poeta Pablo Neruda, premio Nobel de Literatura, que instaló frente a ese paisaje su casa más famosa. Si quieres visitarla, puedes unirte a gran parte de los turistas que siguen el legado del escritor chileno, quien habitó la zona desde la década del '40.

Basta que camines pocos metros desde la carretera por ondulantes calles de tierra flanqueadas por grandes pinos para que encuentres la enorme casa museo, hoy perteneciente a la Fundación Neruda

En sus más de 500 metros cuadrados podrás maravillarte con los diferentes objetos que el poeta coleccionó a lo largo de su vida: mascarones de proa, máscaras de diversas formas y procedencias, botellas, fotografías, cajas de extraños insectos y mariposas, alfarería de Latinoamérica, figuras talladas de Rapa Nui, relojes, instrumentos de navegación, mapamundis y caracolas de todos los tamaños, son algunos de ellos.

En el jardín de la casa se encuentra un campanario, un bote, una fuente de agua y también las tumbas de Pablo Neruda y Matilde Urrutia, su última mujer, que miran hacia el mar.
Es fácil llegar hasta la casa del poeta, pero si te pierdes puedes preguntarle a cualquiera en dónde está el lugar. Don Pablo se ha transformado en el gran ícono de este pueblo perteneciente al municipio de El Tabo, distante de Santiago a 111 km al oeste.

El espíritu del poeta, fallecido poco después del golpe de Estado en 1973, sigue siendo un ícono vivo en este pueblo, ya que puedes encontrar murales con la figura de Neftalí Reyes (su verdadero nombre), visitar pequeñas ferias de artesanos con pinturas referidas al vate o comer en restaurantes que honran con el título de sus principales versos los platos de una gastronomía basada en frutos de mar.

Isla Negra tiene una pequeña playa con vista al campanario al aire libre de la casa de Neruda. En las cercanías, por el norte, se encuentra un enorme conjunto de rocas frente a un Océano Pacífico de grandes olas. Es el sector denominado Punta de Tralca, afamado por ser el preferido para los retiros espirituales. Al extremo sur se ubica el popular balneario de El Tabo, con servicios bancarios y de combustible todo el año.





Parte integrante del circuito llamado "litoral central", Algarrobo, a solo 110 km al oeste de Santiago, está en la parte más septentrional de dicho recorrido y es uno de los poblados costeros con mayor belleza escénica. Podrás disfrutar de sus playas y ver el estilo colonial de muchas de sus fachadas que contrasta con enormes complejos de edificios en las cercanías.

El poblado tiene historia. En el siglo XVI fue asiduamente visitado por corsarios y piratas cuando era mayormente campo y solo a mediados del siglo XIX se convirtió en un lugar más urbanizado. Hay vestigios de ese tiempo como la capilla de La Candelaria, construida en 1837 y también en las construcciones cercanas a la playa Las Cadenas. Hablando de playas, este es el mayor imán de Algarrobo. Puedes conocer, de sur a norte, el Canelo y Canelillo, pequeñas playas cercadas por un monte lleno de pinos, y las playas urbanas como San Pedro, Club de Yates, Pejerrey, Las Cadenas, Internacional y Mirasol, afamada por sus puestas de sol. A eso se le suma la piscina más grande de Sudamérica, frente al mar, en un reconocido centro hotelero.

Igualmente podrás disfrutar de buenos restaurantes con frutos de mar directamente extraídos de la caleta de pescadores cercana o pasear por la Isla Pájaro Niño, frente al club de yates, con gran cantidad de avifauna. No todo es arena y mar; si gustas del turismo de intereses especiales, en Algarrobo hay zonas con restos fósiles milenarios y varios humedales –Los Patitos, Yugo y Tunquén-, grandes reservorios ecosistémicos en los que cada verano llegan a anidar especies migratorias generando un gran espectáculo.




Pichilemu y Matanzas: el paraíso del surf

Por sus características geográficas, la costa al sur de Santiago termina en abruptos acantilados y la alta presencia de vientos que vienen del Océano Pacífico provoca un fuerte oleaje que atrae a quienes gozan de las corrientes. De hecho, es común observar en sus aguas a muchos fanáticos y otros más profesionales que, con sus tablas de surf, windsurf o kitesurf, realizan notables piruetas.

No tienes que viajar demasiado lejos de Santiago para llegar al primero de estos lugares: Matanzas, ubicado al suroeste del poblado de Navidad y distante a unos 180 km de la capital. Pocas casas y pocos habitantes, excepto en verano, acompañan a esta apacible caleta que se ha puesto de moda con buenas opciones de cabañas y camping. La belleza de sus plomizas playas o del islote de Pupuya, reservorio de aves acuáticas, son algunos de sus atractivos. También está el viento constante que permite la práctica del windsurf y kitesurf. Hasta aquí incluso han llegado campeones mundiales de la especialidad.



Lo mismo sucede unos kilómetros más al sur. Pichilemu, a 135 km al noroeste de San Fernando y 207 km al suroeste de Santiago, es localidad de surfistas por derecho propio. La cercana zona de Punta de Lobos, ofrece una de las olas más afamadas del país y parte del circuito mundial de olas gigantes. Pero eso no es todo. La localidad tiene un interesante circuito arquitectónico que se remonta desde su año fundacional (1885) en el que destacan el Centro Cultural Agustín Ross y el Parque Ross. Hay mucha oferta hotelera y gastronómica, destacando los platos en base a mariscos. Igualmente hay rutas que te pueden llevar a conocer cómo se produce la sal en el cercano poblado de Cáhuil.




Si buscas playas más tranquilas, con arenas que se mezclan con grandes roqueríos, caletas de pescadores que se mantienen activas y una buena oferta de restaurantes, hoteles y cabañas para arrendar, debes avanzar unos 57 km al norte de Viña del Mar, siguiendo la costa hasta encontrar al pequeño poblado de Maitencillo.

Aquí se mezclan largas playas con pequeños montes en los que se han ubicado la mayor parte de las bellas casas de verano. Las playas El Abanico, Aguas Blancas y Playa Grande se han convertido en referente para surfistas que desde el amanecer aprovechan las vigorosas mareas de esta parte del Pacífico. Además, la presencia de vientos te dará la posibilidad de practicar parapente. La costanera cuenta con renombrados restaurantes y varios pubs muy concurridos durante el verano.

Maitencillo es vecino de Laguna de Zapallar, hogar de varias especies de pájaros, que separa a la zona de otro lugar de vacaciones, Cachagua, donde verás mayor exclusividad. Casas más grandes y de cortes modernistas ubicadas en los cerros comparten espacio con una playa de 5 km de extensión y que termina frente a la Isla de los Pingüinos, reservorio de aves y animales marinos de 5 hectáreas y separada de la playa por casi cien metros. En esta zona existe un club de golf, club ecuestre, una "medialuna" para rodeos y restaurantes de frutos del mar.



Zapallar es uno de los balnearios más aristocráticos de la región. Con una tradición de casi un siglo, las tierras del antiguo cacique Catapilco poseen dos playas principales: la Chica y la Larga que reúnen a gran parte de los visitantes. La pequeña bahía y los cerros que cercan del viento a Zapallar la hacen dueña de un extraordinario microclima y es famosa por sus grandes árboles, bellas casonas de veraneo, lindos jardines y la iglesia construida en piedra. Disfruta de Zapallar recorriendo su sendero de piedra junto al mar, que lo une con Cachagua y que muy pronto permitirá llegar a pie hasta Maitencillo.















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